Los tumores intestinales en perros son un problema serio que, si no se detecta a tiempo, puede comprometer gravemente la salud de la mascota. Aunque su diagnóstico y tratamiento son complejos, reconocer los síntomas es esencial para actuar con rapidez.
Este tipo de tumor, que afecta al intestino delgado o grueso, surge debido a una proliferación desorganizada de células por mutaciones genéticas. Estas mutaciones, que generalmente tienen un origen desconocido, pueden estar influenciadas por factores ambientales, como radiación o productos químicos.
Intestino delgado: Los tipos más comunes son el carcinoma y el linfosarcoma, ambos malignos.
Intestino grueso: Aquí se encuentran adenomas (benignos) y varios tipos malignos, como carcinomas, linfosarcomas y leiomiosarcomas. Estos tumores varían en su agresividad y respuesta al tratamiento.
Hay que estar atentos a estas señales para evitar riesgos mayores en nuestras mascotas.
Los principales síntomas que pueden indicar la presencia de un tumor intestinal en un perro incluyen pérdida de peso, vómitos frecuentes y diarrea persistente. Estos problemas digestivos suelen aparecer de forma gradual y pueden intensificarse con el tiempo. También es común que el perro experimente dolor abdominal, lo cual puede manifestarse con cambios en la postura, como encorvar la espalda o quejarse al ser tocado en el abdomen.
Además, algunos perros presentan pérdida de apetito y en algunos casos, sangre en las heces, que puede ser indicio de una obstrucción o hemorragia interna provocada por el tumor y podrían ser signo de otros problemas de salud. Por eso, si se detectan algunos de ellos, es crucial llevar al perro al veterinario para realizar pruebas específicas, como ecografías, radiografías y análisis de sangre. La detección temprana es clave para mejorar el pronóstico, ya que los tumores intestinales pueden extenderse rápidamente a otros órganos.
En caso de confirmarse el diagnóstico, el tratamiento dependerá del tipo de tumor y de su estado de avance. Algunos tumores pueden ser extirpados quirúrgicamente, mientras que en otros casos se considera la quimioterapia para controlar la progresión de la enfermedad.
La esperanza de vida tras el diagnóstico depende del tipo y grado del tumor. Los adenocarcinomas pueden variar en pronóstico según su localización, los leiomiosarcomas suelen tener una supervivencia de hasta 3 años tras cirugía, mientras que los linfomas, especialmente los de bajo grado, pueden extenderse hasta 2 años o más con tratamiento adecuado. Estar atentos y actuar de inmediato puede marcar una gran diferencia en la vida de la mascota.